La TV y la victimización

 

Horacio C. Foladori

Universidad de Chile

(Chile)

 

 

Resumen

La victimización es una de las estrategias del Estado para ejercer control social y político. Es una forma más de producir sometimiento, de establecer diferencias sociales significativas. La victimización se relaciona con un conjunto de determinaciones socio-políticas y psicológicas y es el objetivo del sujeto-TV. Los llamados medios de comunicación masiva, y especialmente la televisión, nos convencen de que somos víctimas. Entonces ejercen su poder, el poder de aquellos que están detrás de los medios. Se trata de crear una forma de pensar, la forma de pensar hegemónica. Crear esa forma es crear subjetividad.

Palabras claves: victimización, medios masivos, televisión, poder

 

Abstract

The “victimization” (to make somebody a victim) is one of the strategies of the State to establish social and political control. It is another way to create subjugation and significant social differences. The victimization is related with set of social, political and psychological criteria, and becomes the target of the TV-subjetct. The so-called mass-media, and especially the television, convinces us that we are victims. Then they install their power, the power of the those who are behind de media. The goal is to create a way of thinking, the hegemonic way of thinking. Creating that way of thinking, is creating subjectivity.

Key words: victimization, mass media, television, power.

 

Resumo

A vitimisacão é uma das estratégias do Estado para exercer controle social e político. É mais uma forma de produzir submissão, de se estabelecer diferenças sociais significativas. A vitimisacão se relaciona com um conjunto de determinações sócio-políticas e psicológicas, e é o objetivo do sujeito-TV. Os chamados meios de comunicação em massa, e especialmente a TV, nos convence que somos vítimas. Então exercem seu poder, o poder daqueles que estão por trás dos meios. Trata-se de criar uma forma de pensar, a forma de pensar hegemônica. Criar essa forma é criar subjetividade.

Palavras-chave: vitimisacão, mas media, poder

 

 

La TV es un dispositivo creado por el capital, seguramente sin haberse percatado inicialmente de sus alcances. Su trayectoria ha ido mostrando el enorme impacto que tiene en los pueblos. Uno de ellos dice de la relación con la verdad. Y sobre todo luego de la Guerra del Golfo donde todo el mundo pudo seguir paso a paso el desarrollo de cada batalla como si estuviese en la misma “primera fila” de los acontecimientos. La TV le mete a cada quien cierta verdad-realidad. Tengo que llamarlo de este modo por cuanto el positivismo está allí presente: se cree lo que se ve y en esa “primera fila” lo que se ve - para un gran cúmulo de personas - es la verdad. Así sucedieron las cosas.

La TV es productora de subjetividad, esto es, nos produce un cierto imaginario como si nosotros fuésemos objetos. Por tanto la TV es el sujeto. Somos efecto de ella no sujetos de un aparato que se ha independizado, se ha objetivado como máquina reduciéndonos al simple papel de espectadores. No hay nada que podamos controlar allí, tan solo prenderla, lo cual aparece como irresistible, impensado, imposible negarse a echarla a andar. Su presencia inunda el espacio, condensa sobre sí la atención de los humanos que circulan en su derredor, impone sus condiciones, dicta sus normas, alegra o entristece, enfurece o alienta, teje con sabiduría nuestro sentir.... y nuestro pensar. El dispositivo de la TV dispone como en una condena. Nadie escapa a su influencia.

Por tanto sus contenidos revisten singular importancia ya que van a lograr - sin darnos mucha cuenta de ello - crear verdad-realidad sobre asuntos contingentes y que nos atañen directamente. Un espacio más amplio será necesario para realizar un análisis en detalle de estas cuestiones. En esta oportunidad me interesa reflexionar sobre el asunto de la victimización en el cual la TV tiene mucho que “decir y hacer”.

Luego de las Torres Gemelas el tema de la inseguridad cobró especial relieve al punto de que ya no se podía estar tranquilo en ninguna parte del planeta. Esta idea la creó la TV. No es necesario hacer referencia a estadísticas que dan cuenta como en los distintos niveles de articulación de la sociedad se fueron centrando en el tema de la seguridad, cada quien según sus intereses y posibilidades, cada quien según sus esferas de acción. El tema de la seguridad (internacional, nacional, regional, local, barrial, habitacional, personal....) fue adquiriendo presencia en “los medios”. Basta poner un noticioso para “ser informado” de una verdad-realidad cotidiana que condensa en pocos minutos las atrocidades más cruentas cometidas por el “ser humano” ese día. Somos víctimas potenciales. La diferencia entre víctimas potenciales y víctimas efectivas se desdibuja día a día. La TV nos presenta como víctimas a secas ya que no hace diferencia entre una y otra. Sencillamente todos somos víctimas. La forma que adquiere la noticia es la victimización y no solamente en lo que hace a ataques físicos sino también somos víctimas de los servicios, de los proyectos, de las empresas, de los jueces, del Estado. Somos víctimas de la propia TV.

La victimización es el objetivo del sujeto-TV. La victimización es una de las maneras que tiene el sistema de convertirnos en sujetos pasivos, asustados, dependientes y sumisos. Es una de las formas más eficaces que el Estado usa para ejercer poder. La TV nos convence de que somos víctimas. Si es así, hay que encerrarse. Aquí es donde la TV ejerce su poder, el poder de aquellos que están detrás de ella. El poder que se ejerce desde una forma de pensar, una forma de pensar hegemónica como es la pretensión del Estado. Crear esa forma es crear subjetividad.

El asunto de la victimización se desarrolla en una maraña de determinaciones socio-políticas y psicológicas. Podría decirse que es una de las estrategias del Estado para ejercer, finalmente, control social y político. La victimización es una modalidad más de obtener sometimiento, es una vía para establecer diferencias sociales significativas, es una manera de colocar nuevas etiquetas sin perjuicio de las ya establecidas.

Franco Basaglia decía que el proceso de marginación social se produce a diario; en cada momento somos más los marginados y estamos más marginados, debe entenderse, marginados del centro. Ese centro que es percibido como el núcleo del poder, es el mismo Estado. ¿Y la marginación social qué produce? Víctimas, nuevas víctimas. En todo caso, la marginación se explica por un fenómeno de desconocimiento, de no saber acerca de lo que ocurre en nuestro entorno, de no estar suficientemente informados de los procesos que nos son propios pero que los sentimos como ajenos. Somos ajenos al poder, somos piezas de ese poder, de ese centralismo que nos excluye. Así como cada vez son menos los que toman las decisiones, los marginados se van acumulando en la periferia y como víctimas expectantes, pasivas, sencillamente esperan: esperan para hacer un trámite, esperan que algún beneficio les toque, esperan que algún arreglo los considere, esperan que les llegue el maná del cielo, esperan ...la muerte.

El término "marginación" resulta una noción equívoca ya que alude simultáneamente a diversos procesos y lugares de los más dispares. Si bien no se pretende realizar un análisis exhaustivo de sus sentidos, creo que vale la pena deslindar algunos de manera breve:

- En primer lugar hay que decir que marginal viene de margen, o sea que la noción hace a una cierta ubicación, a una topología, a un cierto lugar respecto a otro que sería el centro. Claro está, las anotaciones " al margen”, por su lugar, resaltan más que lo que está en el centro: llaman la atención.

- Jurídicamente apunta a estar "al margen de la ley" lo que constituye un contrasentido ya que los primeros que se marginaron fueron los movimientos golpistas. Pero como el que tiene el poder es el que dicta las normas, "marginado" en América Latina nombra a aquellos individuos que configuran los perseguidos políticos por "atentar" contra el régimen establecido, aunque sea "de facto”.

- Ideológicamente, marginados son aquellos que no participan de la ideología oficial y que promueven ideas "totalitarias" u otras que llevarían - en la opinión de algunos - a la desintegración social y al caos.

- Socialmente, el marginado es aquel que está al margen de "la sociedad", pero la sociedad aparece definida en términos de sociedad desarrollada, por lo que el marginado es el que no hace una vida social como "todos". Aquí hay dos matices:

1) la marginación con respecto a la sociedad de consumo en términos de sociedad "avanzada", aquel que no tiene para comprar cosas, objetos de consumo, y

2) la marginación en términos de vida rural (más "salvaje" o "primitiva" y atrasada) como opuesta a la vida citadina (supuestamente más civilizada).

A su vez y sobre todo en las ciudades, marginado también es aquel que carece de los servicios elementales, ya sea porque por al lugar donde vive no llega luz, agua potable, teléfono, transporte público, correo, etc., ya porque, por el motivo que sea, no cuenta con servicios como educación, salud, vivienda, prestaciones sociales, etc.

- Laboralmente, el marginado es el desocupado, parcial o totalmente, o que trabaja en tareas no reconocidas como "trabajo": prostitución, tragafuegos, etc. Aquí también habría que ubicar a los jubilados...

- Educativamente, el marginado es el analfabeto o el que cuenta con niveles de "instrucción" mínimos en función de ciertos criterios "deseables".

- Subjetivamente, marginado es el que "se margina" de un grupo por lo cual es culpable de su propia marginación. Interesante conclusión ya que exime a los demás de toda responsabilidad y además lo hace objeto ideal para ser utilizado como chivo expiatorio por parte del grupo.

- Marginado es el que no tiene o no ve TV. (Obsérvese que en muchos países la TV se “regala” si la persona, por ejemplo, solicita un crédito bancario).

En suma, y para decirlo en pocas palabras, los marginados son los malos. Es el problema de las nociones funcionalistas.

La mayoría marginada, la mayoría está marginada, la mayoría crecerá en la marginación. Por eso se habla de DDHH, porque no se pueden ejercer, porque los marginados no tienen derechos. Los marginados son los excluidos de la vida social, en la época de los griegos se los condenaba al ostracismo, a un lugar fuera de la ciudad donde no había nada, donde no se podía sobrevivir. Ahora, como no hay lugares vacíos fuera de los Estados, los lugares de exclusión son adentro, son los manicomios, son las cárceles, son barrios enteros de favelas, villas miserias, cordones de pobreza, son las poblaciones originarias. El proyecto de marginación es un proyecto de usurpación, es la política del despojo, de la tierra arrasada, de la apropiación de la tierra donde vivían comunidades. Son las políticas de aculturación, de evangelización, donde ideas, creencias, costumbres tendrán que ser arrasadas por el colonizador para establecer su discurso dominante.

Este es un sistema productor de víctimas. A las víctimas se les tiene lástima, se las humilla, se las degrada. Estos mecanismos tienen importantes efectos psicológicos. La lástima lastima a las víctimas. ¿Pero cómo se produce este efecto? Hay un mecanismo típico que hemos descrito en otra parte y que tienen que ver con la psicologización de los problemas políticos. ¿Qué se puede entender por esto? ¿Cómo funciona este mecanismo?

Los procesos de marginación, de producción de excluidos es una estrategia (sin estratega, le gusta mostrar a Ana María Fernández) que implementa el Estado para controlar y velar por su poder. Estas estrategias se organizan alrededor de instituciones - desde la familia en adelante - generando represión social y política según las circunstancias. Llámese Golpe de Estado o llámese Estado bajo gobierno representativo, el resultado es similar, el poder aparece siempre siendo re-apropiado por cierto núcleo económico-político que tiene que preservar sus intereses. El mecanismo de exclusión es esencialmente político. La dictadura produce muertes, persecuciones, torturas, desempleo, crisis económica, emigraciones, por no decir traiciones, delaciones, complicidades, robos, corruptelas, etc., etc. En suma, produce víctimas.

Ahora bien, cuando se entra en la recta de la reparación, al Estado se le ocurre que la reparación es sobre todo en el orden de la subjetividad, de los trastornos afectivos producidos, causados, de las afectaciones del cuerpo físico y psíquico de las víctimas; es decir, es un problema psicológico. Y peor aún, lo que fue un problema político, es decir, de poder de masas, colectivo, grupal, ahora es abordado como un problema individual y personal, en el mejor de los casos familiar, con lo cual se produce un total desmembramiento del cuerpo social. Dicho de otro modo, esta re-etiquetación del problema político como psicológico además supone otra re-etiquetación tácita de lo social-masa a los individual-persona.

Es que nadie entiende porqué si se acepta que la dictadura fue una política de Estado, vale decir de la totalidad de los participantes en el movimiento represivo, ahora que hay que juzgarlos (¡vaya el eufemismo!) se los ha de juzgar de a uno. ¿Por qué esta negación del origen del problema, porqué este no registro de la subjetividad del grupo y de la masa, porqué esta confusión entre el sujeto (registro de lo psicológico) y el individuo (registro de lo biológico)? ¿Es que el poder ignora que hay comportamientos grupales, aprendizajes grupales, proyectos grupales y reacciones grupales que trascienden completamente los movimientos de los individuos soportes del grupo? ¿Cómo no registrar que el comportamiento de los individuos en la masa dista mucho de poder equipararse a lo que es el comportamiento individual? ¿Porqué no se puede “pensar” que la categoría de sujeto no corresponde con la de individuo?

Entonces, psicologizar lo político es un recurso del poder para dividir los grupos, para personalizar situaciones que son colectivas. Pero además hay un efecto destructor sobre el psiquismo de las personas. Lo psicológico pone el énfasis en las pérdidas sufridas. La conclusión lógica es que por efecto de las pérdidas las personas entonces están deprimidas, lo que las hace objeto de diverso tipo de tratamiento psicológico para mitigar la angustia y salir de la depresión. Resulta entonces que además de haber sido transformadas en víctimas políticas son culpables de estar deprimidas por lo que deben someterse a psicoterapia y ser controladas a través de un chaleco químico que regula periódicamente la psiquiatría. Triste papel de una profesión que se presta para servir de control social, como lo demuestra Castel.

La psicologización supone que un problema exterior del mundo exterior y de la realidad como es aquello político, aparece decodificado ahora como un asunto intrapsíquico, como un conflicto interno de la subjetividad, y seguramente el Complejo de Edipo tiene que ver en ello. Por tanto, no hay reparación en la realidad, entendida como reparación política. Hay solo reparación psicológica con alguna beneficencia en el mejor de los casos, que realiza el Estado.

En este proceso de internalización de lo social como problemas psíquicos la TV juega un papel trascendental. Al construir realidades instituye, vale decir norma las formas de sentir y de pensar a través de mecanismos inconscientes de los objetos que impacta. ¿Quién puede escapar a un trabajo tan sutil?

Los grupos humanos y consecuentemente las masas se encuentran sometidas a fuerzas disímiles. Para que el grupo se mantenga unido deben primar las fuerzas centrífugas, esto es, aquellas que ponen el énfasis en lo común. Los grupos y las masas toleran mal las diferencias; cuando éstas priman el grupo se disuelve. Cómo hacer entonces para insistir en aquello que es común, cómo construir lo común. El papel que juega la TV en este renglón es capital ya que aporta contenidos y afectos que tácitamente se presentan como lo que se debe pensar y sentir. Así, contribuye a su objetivo, a producir un relato que al día siguiente será comentado por todos, habiéndose instalado así una temática que es común a los miembros de la masa.

Pero deseo ir un poco más allá. ¿Por qué este mecanismo es tan bien aceptado por la gente; por qué razón las protestas de la mayoría marginada, victimizada son puntuales y esporádicas?

Años atrás, antes de la Segunda Guerra Mundial, W. Reich un psicoanalista emblemático observaba los movimientos sociales en Alemania y veía que producto de la pobreza social alguna persona muy de vez en cuando aparecía asaltando un almacén. Entonces Reich decía lo que hay que explicar, lo que la ciencia tiene que explicar a través de la teoría no es porqué razón una persona o un grupo de personas asaltan de vez en cuando un almacén. Lo que hay que explicar es que este hecho no ocurra todos los días. Dicho de otro modo, ¿qué sucede con el sometimiento, que ocurre con el respeto a cierto orden - que tenemos internalizado, que forma parte de nuestro psiquismo - que nos mantiene en este lugar de sometidos al poder de manera permanente?.

Lo que deseo mostrar es que más allá del Estado que tiene su estrategia de psicologización de lo político como un vehículo de control social, cada individuo en esta sociedad cuenta con su propio mecanismo de control interno. Somos cómplices del Estado en el sentido de que el control exterior que el Estado ejerce a través de instrumentos objetivos (ejército, policía, inspecciones, normativas, etc.) necesariamente requiere contar con nuestra complicidad para que se pueda mantener el orden social. Sin nuestra participación decidida en este sentido no hay fuerza pública que resista.

Recordemos como Foucault nos muestra - a través del modelo del panóptico - como el cuidador exterior rápidamente aparece como un cuidador interior y la persona entonces ya no requiere del cuidador exterior que lo vigile. Él sólo se autovigila ahorrándole al Estado la tarea de cuidarlo. La TV es el panóptico, cada quien aprende a mirarse a sí mismo. Sabemos que estamos siendo filmados permanentemente. “Sonría, lo estamos filmando”.

R. Lourau, el fundador del análisis institucional, decía que lo inconsciente es el Estado, vale decir, esta tendencia que existe en todos nosotros de respeto del orden social, esta participación decidida en pro de mantener las instituciones y esta inquietud angustiante que nos lleva a desmarcarnos de toda propuesta que pueda implicar el caos. Amamos el orden aunque nos muramos de hambre, amamos el poder en su afán de someter a todo agente social incluso a nosotros mismos. Somos especialmente obedientes en todas las instituciones en las que participamos y además cuidamos celosamente que todos los demás también hagan lo mismo en contra de nuestros propios hermanos. La participación, en todo caso, solo es posible cuando es autorizada por la autoridad. Amamos el asistencialismo y el paternalismo.

Adherimos a instituciones que son internas como el machismo, el racismo, el sectarismo, que rigen las relaciones cotidianas entre los humanos. Estamos dispuestos a delegar el poder, que otros se hagan cargo de decidir y de hacer, aunque claramente no lo hagan en nuestro beneficio. Y no se trata solamente de las elecciones nacionales, se trata de pensar en lo que ocurre con el poder en las organizaciones de base, en los sindicatos, en las comunidades y sobre todo en la familia. Por allí hay que comenzar.

Y acá es posible descubrir alguna relación con la salud. Cuando se habla de participación - y este es un eslogan actual de muchos políticos, incluso del Estado - no se dice que la participación es casi imposible, que está todo normado, que hay que participar en los lugares previstos por el Estado y para sostenerlo. No se dice que la participación es creación y es autonomía, como le gusta enfatizar a Castoriadis, por tanto no es hacer lo previsto. Participar es crear, es hacer lo no previsto, inventar, producir nuevas relaciones es ser artista. El arte es lo único que no puede ser copiado por tanto tampoco puede ser recuperado por el sistema. Interroguémonos acerca de nuevas formas de resistencia, de nuevas formas de organización, de nuevas formas de participación no pensadas aún. Deleuze decía “No hay lugar para el temor, ni para la esperanza, sólo cabe buscar nuevas armas”.

Por tanto, las instituciones en las que “participamos” deben ser analizadas, criticadas y recuperadas para el deseo de hacer, de producir, alegre y artísticamente. Debieran ser arrancadas de las formas, de los estereotipos de las concentraciones de poder que conducen al verticalismo y a la apatía. La salud se visualiza en grupos y en instituciones que además de realizar la tarea que la convoca, es capaz de reflexionar sobre sí mismo, acerca de cómo hace eso que hace, como decía Guattari.

¿Como resistir la victimización?

El caso de las Madres de Plaza de Mayo es a mi juicio emblemático ya que si bien el Estado ha pretendido colocarlas en el lugar de víctimas, sus múltiples y diversas acciones ha mostrado que lejos están de haber aceptado la etiqueta en la pasividad y el sometimiento. Por el contrario, haciéndose cargo del deseo de hacer, su lucha no es solo por la reivindicación de plagios, desaparecidos, asesinados, búsqueda de hijos y nietos secuestrados por militares, etc.; sino que han fundado organizaciones, han buscado nexos solidarios con trabajadores y campesinos, han organizado eventos y lo siguen haciendo fomentando alianzas con movimientos sociales diversos, han creado una Universidad que hoy es reconocida por la calidad de los docentes que dictan clase en sus aulas y que organiza anualmente el Congreso de Salud mental y DD HH en el que a su vez se realizan varios simposios y coloquios internacionales, etc. Lo sorprendente es que todas estas acciones van dirigidas a promover un cuestionamiento frontal de la forma de funcionar del Estado, situándose en una línea de trabajo autogestiva y claramente anti-institucional. Porque se ha entendido que el cuestionamiento a la hegemonía del Estado debe realizarse en todos los frentes posibles y no solamente desde la confrontación de los crímenes de la guerra sucia. Los DD HH deben ser peleados en todos los terrenos al mismo tiempo, y las alianzas para eventos, movilizaciones y acciones diversas logran entonces la adhesión progresiva de contingentes importantes de la población.

Para finalizar, deseo recordar algunas recomendaciones que Foucault realiza en su prólogo a la publicación en inglés del Antiedipo de Deleuze y Guattari. Este texto de presentación de un libro excepcional que se titula Introducción a la vida no fascista, apunta a mostrar el fascismo en el mundo interno de cada uno de nosotros. Se pregunta Foucault “¿Como hacer para no volverse fascista incluso cuando (sobre todo cuando) uno se cree un militante revolucionario? ¿Como eliminar el fascismo de nuestros discursos y de nuestros actos, de nuestros corazones y de nuestros placeres?¿Como desalojar el fascismo que se ha incrustado en nuestro comportamiento?”

Y luego se mete a dar consejos, muchos y pertinentes, aunque.... incómodos. Ataca la acción política, el pensamiento, el deseo, la obediencia a viejas categorías, en fin, un abanico de sugerencias para la lucha. Y termina: “No exijáis de la política que restablezca los “derechos” del individuo tal como la filosofía los ha definido. El individuo es el producto del poder. Lo que se necesita es “desindividualizar” por medio de la multiplicación y el desplazamiento, la disposición de combinaciones diferentes. El grupo no debe ser el vínculo orgánico de unos individuos jerarquizados, sino un generador constante de “desindividualización”.

No os enamoreis del poder.

 

Bibliografía

Basaglia, F. La institución negada, Barral, Barcelona, 1972

Castoriadis, C. Figuras de lo pensable, Eudeba, 2000

Deleuze, G., Guattari, F. El antiedipo, Barral, Barcelona, 1974

Foucault, M. Vigilar y castigar, S. XXI, México. DF, 1976

Foucault, M. El Anti-Edipo: Una introducción a la vida no fascista, (versión completa de la presentación de “El Antiedipo” de Deleuze y Guattari al inglés. www.psicologiagrupal.cl

Guattari, F. Psicoanálisis y transversalidad, S. XXI, México DF. 1976

Louraru, R. El Estado y el inconsciente, Kairos, Barcelona, 1980

Reich, W. Psicología de las masas del fascismo, varias ediciones.